Los gases producidos en el lumen del tracto gastrointestinal están compuestos en un 99% por nitrógeno, oxígeno, dióxido de carbono, hidrógeno y metano; en el estómago predomina el nitrógeno y el oxígeno, mientras que en el colon son el hidrógeno y el metano.(4) En base a esto se fundamentan estas pruebas, en condiciones donde por fermentación bacteriana de carbohidratos y restos de alimentos que no son digeridos en el intestino delgado.(4)
Así mismo, el sobrecrecimiento bacteriano (SIBO “Small Intestinal Bacterial Overgrowth”) se presenta porque el intestino delgado presenta exceso de bacterias por colonización de estas procedentes del colon, con predominio de estreptococos, estafilococos, micrococos, Klebsiella y Escherichia coli. La prueba diagnóstica de oro para este es el cultivo de material intraluminal del intestino delgado por medio de procedimiento endoscópico, pero este es menos sensible y específico que la prueba de aliento;(4,5) que para este caso se realizaría con lactulosa que presenta una reproducibilidad del 92% para el diagnóstico de sobrecrecimiento bacteriano.(4)
Estos gases intestinales presentan una difusión a la sangre para su eliminación por los alvéolos pulmonares, dado que el hidrógeno tiene mayor presión parcial intraluminal que el dióxido de carbono, pasando al torrente sanguíneo en mayor cantidad y con mayor rapidez.(4,2) Y la cantidad de hidrógeno espirado es proporcional a la cantidad de material fermentado por bacterias del colon.(4). Las pruebas de mayor uso son las referentes a la malabsorción de lactosa, de fructosa y lactulosa para el sobrecrecimiento bacteriano.(4)